En este contexto de conflicto que impacta de lleno en el Este de Europa pero que sacude indefectiblemente al mundo entero, el cooperativismo insta a la comunidad internacional a encontrar formas equitativas y justas de resolver este y otros conflictos armados que existen en el Mundo, reclamando el inmediato cese de la violencia y proclamando la paz como resultado de un sistema de relaciones internacionales basado en valores y principios cooperativos.
Lo cierto es que este sector cuenta con una trayectoria centenaria en la búsqueda y el trabajo por la paz, comprometiéndose con ello previo a muchas de las grandes contiendas bélicas que han afectado a los diferentes continentes.
La Alianza Cooperativa Internacional –que representa a más de 300 organizaciones de 110 países– se constituyó hace 126 años, previo a Naciones Unidas y a los organismos de cooperación internacional surgidos en la posguerra.
En efecto, al finalizar la Segunda Guerra mundial, las naciones del mundo comenzaron a construir las herramientas de cooperación internacional imprescindibles para superar los estragos que había provocado la violencia. Y allí estuvieron los cooperativistas, a través de la ACI, desde la primera hora.
Hoy, en un nuevo contexto de guerra, se está rindiendo tributo a esa tradición de compromiso con la cooperación internacional para el desarrollo. Nosotros, los hombres y mujeres que cooperamos, en cada territorio, para solucionar nuestros problemas y alcanzar nuestras aspiraciones comunes, siempre nos hemos sentido parte del esfuerzo de cooperación de las naciones, por el Desarrollo, la Democracia y la Paz.
Ese compromiso se ha ratificado en 2019, durante la Asamblea General llevada adelante en Kigali, Ruanda, nación que apostó por el modelo cooperativo como un elemento clave para reconstituir el tejido social y económico luego de haberse desangrado en uno de los conflictos armados más dramáticos del siglo XX.
En ese encuentro, los cooperativistas de todo globo aprobaron una Declaración por la Paz Positiva. Este concepto, según el estudioso de la paz Johan Galtung, está relacionado con las contribuciones de la comunidad, especialmente a través de la cooperación y la integración, para la reconciliación y la igualdad entre sus individuos, y puede diferenciarse de la paz negativa, que es la simple ausencia de violencia, ya sea personal, estructural o colectiva.
De esta manera se mantiene un compromiso que se expresa casi desde la creación de la ACI, la Casa Común de todos los cooperativistas, a través de resoluciones como la aprobada en 1901 durante un congreso dedicado a la paz social así como a la paz internacional, o en 1913, donde el cooperativismo mundial dejó claro que “cuando la vida social y económica de cada país se organiza de acuerdo a los principios cooperativos, los conflictos internacionales cesan”.
La voz del movimiento cooperativo también se hizo sentir en 1939, anticipando una firme posición a favor de la paz en los entretelones de la Segunda Guerra Mundial. En 1942, 1980 y 2006, la ACI realizó otros pronunciamientos que ponían a la paz como resultado de la cooperación, la solidaridad y la equidad en el campo de la economía, la política, la cultura y las relaciones entre individuos, grupos sociales y naciones en general.
Como decíamos al principio, hoy, basado en estos conceptos, el sector reclama el cese de la violencia y proclama la paz positiva como resultado de un sistema de relaciones internacionales basado en valores y principios cooperativos.
Por Ariel Guarco.
Magíster en Economía Agraria y Administración Rural. Postgrado en Economía Social y Dirección de Entidades sin Fines de Lucro. presidente de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (COOPERAR) y de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI).